PIERRE
La
vida no es lo que uno espera
cuando nace. Ni tan siquiera lo que uno sueña cuando vive.
Somos
esclavos del destino, de nuestras acciones y comportamientos. Nuestros deseos
los pagamos caros porque somos marionetas representando una farsa; la de esa
existencia que nos han asignado pero que no tiene ningún sentido.
No
tenemos la oportunidad de elegir. Nuestro camino está trazado de antemano
aunque nos hagan creer que somos dueños de nuestras faenas y quehaceres.
En
realidad somos esclavos de las ambiciones de nuestros corazones y de los
apetitos de nuestros cuerpos y no tenemos ninguna capacidad para controlar las
decisiones que nos llevarán luego, siempre, a la penitencia para pagar una
compensación.
Lo
que no dijimos, lo que no hicimos, es pasto de nuestra conciencia que nos
recuerda que el camino que tomamos fue un error. Pero también lo habría sido
hacer lo contrario porque todo fluye de tal forma que no tengamos capacidad
para sentirnos propietarios, amos o caciques de lo que nosotros creemos que nos
pertenece por derecho propio.
Somos
actores, de una comedia a veces, en ocasiones de un drama, con suerte de un
final feliz que siempre termina en tragedia e incluso de un misterio sin
resolver.
La
vida es una mierda pinchada en un palo, como esas que cogíamos cuando éramos
pequeños para molestar a algún mayor que pensábamos que nos hacía nuestra
historia imposible. Que ignorantes e indoctos. Todavía a esa edad era difícil
comprender que lo que realmente es absurdo y quimérico es este lapso que nos ha
tocado en la tierra y del que pensamos que nunca nos vamos a cansar.
Hoy
cae un hoja más del calendario y ya van 100 años, eso son muchos días, meses,
horas, minutos. Hace 4 qué te fuiste. Era el momento de partir pero eso no hace
más fácil tu ausencia.
Nunca
te llegué a conocer del todo, las personas ocultamos secretos que muchas veces
nos llevamos a la tumba. Sin embargo hasta donde tuve la suerte de observar tu
corazón, de reconocer tus sufrimientos y conjeturar acerca de lo que fuiste o
no, me siento orgullosa de ser parte de ti.
Me
dejaste un gran legado, la importancia de reconocer en las personas el derecho
a ser como son porque siempre hay un motivo para ello. Nunca juzgaste a nadie
ni escuché de tu boca comentarios desafortunados y eso dice mucho de cómo eras.
Me
enseñaste el amor por la naturaleza, por cualquier ser que respire por pequeño
que sea. Fuiste un luchador incansable y te levantaste mil y una veces. Eso
también lo he aprendido de ti. Sé que sufrías en silencio pero nunca te vi
hacerlo en mi presencia.
Gracias
por tu herencia.
Feliz Cumpleaños..