RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO
Cuando termina el fin de
semana y llega un nuevo lunes con su rutina semanal, es cuando verdaderamente
me doy cuenta de la vida tan surrealista que llevamos.
Es cuando me toca dar la
vuelta y regresar a casa porque he olvidado la mascarilla, ese incómodo
utensilio que se ha colado en nuestras vidas para complicarlas todavía más de
lo que ya eran.
Es cuando miro a mi alrededor
y me doy cuenta de que me he colado en una película de ciencia ficción, pero de
las que no me gustan y entonces quiero dejar de verla. Pero la tele no se apaga
y no puedo desconectar.
¡Coño! Si soy amante de los
spoiler, si me hago spoiler de los libros, de las series, en el cine y me lo
haría de mi propia vida si pudiera, para ver cómo termina.
Quiero tener la capacidad de
decidir, quiero ser dueña de mi destino, quiero poder elegir y no que cuando
crees que te conoces todas las respuestas viene el universo y te cambia todas
las preguntas.
En mis apuntes de educación
infantil leo los objetivos de la escuela para los más pequeños. ¿Sabes cuáles
son?
Posibilitar el encuentro con
otros y las relaciones sociales, además de conseguir hábitos de autonomía,
orden y convivencia. ¡Que aprendan a compartir!. Me da la risa, esa risa
irónica que sale cuando sabes que estás viviendo una situación que roza lo
absurdo.
¿Cómo van a conseguir todo
esto si tienen que estar a metro y medio de distancia unos de otros? ¿Si no se
pueden intercambiar el material escolar?. ¿Qué ha sido del cesto de los tesoros?,¿del juego heurístico?, ¿de la asamblea?, ¿del juego por rincones?
Empatía, dice el texto también,
imposible ponerse en la piel del otro cuando
ni tan siquiera te permiten ser espontáneo y dar un abrazo porque hay unas
manos pendientes de separarte y una voz que te grita- ¡quieto, o quieta, para!,
no puedes acércate a tu compañero o compañera te puede contagiar el virus-.
-¿Qué es eso del virus? ¿Un bicho
peludo que se te mete por la nariz o por la boca?, yo no veo que Juanito tenga
eso, solo tiene la pintura verde que a mí me gusta tanto-.
Esta es la reflexión infantil
de cualquier pequeño de 4 años que no entiende porque ha tenido que estar tres
meses sin salir de casa. Y que ahora que
vuelve a ese sitio tan guay, que está lleno de juguetes y de seres como él que
tienen su misma altura y hablan su mismo idioma, no se puede acercar a ellos, no los puede tocar.
Esta etapa educativa tiene
gran importancia y relevancia en el desarrollo del menor y desconocemos las
consecuencias que estas medidas pueden acarrear en su progreso.
A menudo me pregunto si en el
futuro no serán adultos fríos carentes de sentimientos, de empatía y con el
mismo virus rondando por sus vidas. Porque este bicho, ahora que ha encontrado
un filón entre los tontos humanos, no se va a ir tan fácilmente.
Esa bola peluda,
espantosamente fea, que cuando se cuela en tu organismo hace estragos, te
puede incluso arrebatar la vida, las esperanzas y el futuro, no es para tomarla
a broma, es cierto. Pero la mala gestión de esta crisis sanitaria, sólo está sirviendo
a los gobiernos para comerciar con las
emociones de las personas. Para manipular, con el miedo, a la población,
chantajear y generar un retroceso en nuestro avance.
Estamos tan asustados que no
vemos más allá. El futuro se nos presenta incierto y el desasosiego nos impide
pensar con esa coherencia que nos da la experiencia cuando sabemos y conocemos
de lo que estamos hablando.
De entre las muchas frases que tiene el genial novelista Pablo Coelho esta encaja a la perfección con el contexto actual “Cuando menos lo esperamos las vida nos coloca delante de un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio”.
Es evidente que afrontar este presente incierto no es fácil para nadie. Pero no podemos permitir que nos saboteen, que se aprovechen de nuestros miedos para dejarnos un país seco y estéril que luego heredarán estos niños faltos de las habilidades que deberían haber adquirido en esta infancia insubstancial que les ha tocado vivir.
Somos los dueños de su futuro,
no permitamos que se queden sin lo que con tanto esfuerzo hemos luchado por
construir.
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