SOFÍA
No se bajó en su estación, no pudo, la puerta no se abrió. Quiso el destino que sí lo hiciera en la siguiente parada. La muerte la estaba esperando.
Sofía era sabiduría, alegría. Su cara regordeta, repleta de graciosas pecas, le daba un aire pícaro que confundía a todos.
Era fiscal de menores. Ponía orden y sensatez en la vida de los más jóvenes para evitar que el futuro los convirtiera en desechos, en marginados sin oportunidades.
Él se fijó en ella –imperfecta, como siempre - pensó.
Lograría su objetivo. Había esperado mucho y ahora era su turno para la venganza.
-Buenos días- dijo con su tono más amable -¿Se despistó de estación?
-La puerta falló- respondió ella mientras miraba al hombre más apuesto y galante que había visto en su vida...
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