Caras anónimas Y abrazos XXL
Abres
los ojos para comenzar un nuevo día después de haberte quedado un rato
remoloneando en la cama a pesar de que el despertador te ha advertido que, como
no te levantes ya, vas a llegar tarde.
Lo
primero que se te viene a la cabeza en estos tiempos de coronavirus es como te
gustaría poder dar un abrazo XXL a ese alguien a quien tienes muchas ganas de
ver y que te hace sentir como si fueras en pijama ¡a gusto!
Pero
no puedes, porque hace tiempo que no os veis, y las normas, ahora, imponen una
distancia social que antes no había. ¿Para qué? Para evitar contagios.
Y
entonces empiezas a repasar ese montón de situaciones que antes veías normales
y que ahora son impensables
Te
acuerdas de cuando a tus alumnos les pasabas unas simples fotocopias, para que ampliaran materia, ahora no puedes.
De
cuando los mandabas salir a la pizarra y les cedías tu tiza o tu rotulador,
ahora no puedes.
Y sobre todo de cuando los mirabas a la cara y reconocías sus expresiones.
Tantos
años de enseñanza te otorgan la capacidad de adivinar lo que están pensando en plan:
“Que dice hoy esta tía que no la entiendo ni
papa” o “que acabe ya porrrr favorrr que necesito salir para ver quién me ha enviado un wassup”, o “vaya
rollazo el tema de hoy”.
Este
año, sin embargo, nuestros alumnos, nuestra gente, nuestros amigos no tienen
esas expresiones porque las esconden debajo de una mascarilla.
Y
lo que es peor, esas caras nuevas que nos esperan en alguna parte de nuestra
vida, no estarán completas a partir de ahora.
Dicen
que sólo se necesitan 21 días para establecer un nuevo hábito o romper con uno
que no te gusta nada nadita. Han pasado más de 21 y no nos hemos acostumbrado a
llevar la cara medio cubierta. Si mañana
nos dijeran fuera antifaz, en este caso tapa bocas ¡que narices! En menos de 24
horas estaríamos felices de poder sonreírnos.
Respira
no te sientas un bicho raro, no es normal lo que está pasando eso lo sabemos
todos, así que echa la vista atrás y haz recuento de cuantos abrazos, S, M, L y
XXL debes para llenarte de buen rollo. Ahora
hay que ser flexible, escuchar a tu interior y pensar que esto pasará.
Mientras
tanto regálate tres abrazos a ti mismo, de la talla que quieras. Rie 5 minutos
diarios, pero ríe con ganas, de esas veces que te duele tanto la barriga
que estás deseando que termine ese
momento para recuperar fuerzas y seguir carcajeando.
Dibuja
a tu persona favorita o imagina esos viajes que quieres hacer y no te detengas
hasta colorear el mundo entero. Escucha tu canción en bucle y cántala a pleno
pulmón hasta que empiecen a caer las primeras gotas de lluvia y el chaparrón
borre todos tus malos rollos.
Algún
día las caras que ahora no tienen rostro te sonreirán, devolverás todos los achuchones
que tienes en tu lista de espera y volverás a disfrutar de esas pequeñas cosas
que te hacen vibrar.
"Comienza donde estas, usa lo que tienes, haz lo que puedes" Arthur Ashe
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