Hoy
pensaba colgar un relato breve, porque el blog, es de relatos breves, y llevo
varias publicaciones dedicadas a opinar o reflexionar sobre diferentes temas,
pero no he podido evitar recuperar este artículo que escribí hace años y que
ahora actualizo, al leer esta semana la publicación de Arturo Pérez Reverte “Más
latín y menos imbéciles”
Con la que está cayendo en plena pandemia y sin las garantías de un curso escolar al uso, además del anteproyecto de la nueva ley de educación, como se suele decir "pintan bastos"
¡Alerta! latín y griego en peligro de
extinción
Pocos recordarán
quienes ahora se encuentran en plena adolescencia de dónde proceden palabras
como, elefante, diciembre, nube o tempestad
de raíz latina y otras como, hematoma, filántropo o arqueólogo de raíz
griega.
Un ejemplo: a las
puertas de un instituto pregunté a los estudiantes si conocían el origen de
algunas de ellas. Me miraron con extrañeza y luego sonrieron con aire de
superioridad pasando de largo, como si la pegunta que había hecho estuviera
fuera de lugar.
El diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española define la palabra griega Amnesia como una pérdida o debilidad
notable de la memoria. Y el término latino Extinción
como acción o efecto de extinguir. Dos vocablos que muestran perfectamente la
situación actual por la que atraviesan las lenguas clásicas, el latín y el griego.
El catedrático emérito, recientemente fallecido, Francisco Rodríguez Adrados, miembro de la Real Academia de la Lengua y licenciado en filología clásica, ya anunció hace años en uno de sus numerosos artículos, las consecuencias que está sufriendo la educación en nuestro país tras las últimas reformas.
Modificaciones que
ponen en riesgo de exclusión las lenguas clásicas alertando incluso de la
desaparición de todo lo relacionado con
quienes inventaron, según el académico, “el
individuo humano, la libertad, la ciencia, el teatro, la democracia y la
enseñanza”; los griegos.
En su artículo, Rodríguez Adrados atribuía este ataque contra las lenguas clásicas a la política del gobierno de España que, unas veces de derechas y otras de izquierdas, siempre ha concedido más importancia a las ciencias que a las letras; a pesar de que, al final, siempre se recurra a lo tradicional para explicar la realidad. Edipo, Antígona, Orfeo o Medea, son mitos que a lo largo de las historia han servido para justificar muchas cosas.
Francisco Rodríguez Adrados no ha sido el único en alertar sobre la amnesia que sufre nuestro país en todo lo referente a la lengua y cultura clásicas. El periodista Alfonso Ussía publicaba en el diario ABC, en febrero de 2003, un artículo titulado “Latín” donde relataba una serie de anécdotas que reflejaban la importancia de este idioma como lengua madre. También argumentaba que su, casi, extinción de las enseñanzas regladas ha dejado “esa vulgaridad parlante de nuestra juventud”. No le faltaba razón.
El presidente de la sociedad
española de estudios clásicos, Jesús de la Villa Polo, enviaba el pasado 17 de junio de 2020 una carta a la Ministra de Educación y Formación profesional, al
Secretario de Estado y a los Diputados, sobre el latín y el griego en la nueva
ley de educación (LOMLOE) en la que pedía “La recuperación de la Cultura Clásica en la etapa de la Educación
Secundaria como materia obligatoria” advirtiendo de “la pérdida irreparable que
supondrá para los ciudadanos que se quedarán huérfanos, sin el Latín, base de
nuestra lengua y de la mayoría de las lenguas de la Península Ibérica y sin el
Griego, origen de la inmensa mayoría del vocabulario científico y técnico
universales".
El
artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos comienza
diciendo: “todo individuo tiene derecho a
la libertad de opinión y de expresión”. Por eso cuanto más rico sea el
lenguaje en el que lo hace más posibilidades tiene de conseguir que lo
entiendan.
La
palabra siempre ha sido el mejor arma para defenderse. El arte de la diplomacia,
expresión derivada del griego; “Ciencia
o conocimiento de los intereses y relaciones de unas naciones con otras”, ya la
aplicaban los clásicos.
Hay que recordar, también, algunos
ejemplos que han llevado al hombre hasta la genialidad más absoluta demostrando que
el español es uno de los idiomas más ricos por disponer de una gran variedad de
palabras que ha ido tomando de otras lenguas. El famoso libro de Cervantes, el
Quijote, está repleto de vocablos que sólo llegan a citarse una vez y que
proceden del latín, el griego, el árabe o el vasco.
Sin embargo, para los políticos, dejarnos sin cultura clásica es el camino más sencillo para la ignorancia porque una sociedad ignorante es mucho más fácil de gobernar. Un claro ejemplo es lo que está sucediendo actualmente en nuestro país. Si esto es ahora y nosotros aún recordamos a los clásicos, ¿qué será de España dentro de otros 20 años?
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