martes, 4 de agosto de 2020

LA SORPRESA

Foto de stock gratuita sobre haciendo un boceto, lápiz, lápiz de plomo


LA SORPRESA

 


Esperanza acudía cada mañana al centro de Alzheimer para colaborar, como voluntaria, ayudando a los profesionales en las técnicas de estimulación para incrementar la autonomía de los enfermos. Entre sus labores se encontraba la lectura. Cada jornada leía algún fragmento de una historia conocida con el objetivo de estimular la memoria de los afectados.

Aquel día descubrió por casualidad el cuadernillo con el que jugueteaba uno de los pacientes. Un hombre alto y fornido, demasiado joven para estar aquejado por esa lacra que a tantas familias destroza y cada vez a edades más tempranas. En su mirada sólo había vacío. Ojos sin vida, sin memoria.

La primera página de aquella libreta comenzaba así:

-Quiero un regalo especial para mi cumpleaños papá- le dijo el niño a su progenitor cuando se despertó aquella mañana sabedor, además, de que ese día iba a ser especial.

-Te prometo que lo tendrás- respondió su padre

Cuando el pequeño regresó a casa, terminado el colegio, corrió hacia su habitación deseoso de descubrir la sorpresa que le habían dejado. No halló más que un cilindro alargado con rayitas amarillas y negras dispuesto sobre un cuaderno con una  nota que portaba un curioso mensaje.

“!Cuídame! ahora soy tu nuevo amigo. Escúchame cuando te pida consejo que yo haré lo mismo contigo”.

Furioso el niño lanzó aquel palito contra la pared y fue en ese instante cuando escuchó un – ¡Ay!- Se aproximó hasta el suelo donde había caído aquello y lo tomó entre sus dedos. 

Tenía unos ojos chiquititos y una boca, aún más diminuta, en la que apareció una tímida sonrisa. 

–Hola- dijo

El niño casi se cayó al suelo del susto y con cara de sorpresa preguntó - ¿quién eres?

-Soy tu lápiz- respondió la graciosa voz. El que escribe tu historia. El que cuenta tus cuentos, soy quien convierte tus pensamientos en letras, quien completa tus frases. Soy tu memoria y tu conciencia-

- Y ¿para qué te quiero yo?, si ya poseo un ordenador donde anoto cada día mis tareas. Además tengo montones de pinturas para colorear cuando me apetece- respondió el pequeño con desprecio y enfadado por lo absurdo del regalo.

-Por que algún día necesitarás recordar tus aventuras y la memoria es frágil- le dijo el lapicero y añadió- Un corte de luz te dejaría sin ordenador y  un cortocircuito en tu cerebro podrían hacerte perder para siempre lo que todos atesoramos con tanto mimo, los recuerdos. Harías bien en dejarme que anotara, por lo menos,  tu nombre en este cuaderno -sugirió esa dulce vocecita.

-Bah! Me da igual, yo lo que quiero es mi sorpresaaaa- dijo casi gritando de rabia el pequeño.

Tantas voces alertaron a sus padres que hasta aquel momento no se habían percatado de su llegada. - ¿Qué pasa Luisillo?- preguntó su madre alarmada

-Que le pedí a Pa una sorpresa por mi cumpleaños y me deja un lápiz y una libreta- contestó el niño, malhumorado mientras mostraba a su madre los dos objetos - y yo lo que quiero es un móooooovil como los de mis amigos- añadió chillando.

La madre armándose de paciencia contestó suspirando- ¡ay! Luisillo en esta vida no se puede tener todo. Papá y yo hemos considerado que este es el mejor obsequio para ti. Eres demasiado pequeño aún- dijo la madre acariciando la mejilla del niño para paliar así su ira.

 -Tú escribe- le aconsejó- anota en este bonito cuaderno tus cosas, algún día te reirás cuando seas mayor. Será divertido, prueba y verás.

La madre salió de la habitación dejando a Luisillo ceñudo y con una rabieta que le duró varias semanas.

Esperanza levantó la vista de aquel cuaderno al darse cuenta del silencio que se había formado a su alrededor. El paciente alto y fuerte no paraba de repetir en voz baja, como si fuera una letanía- me llamo Luis, me llamo Luis…

El hombre había llegado allí el mes pasado directamente desde el hospital donde había sido recogido. Sin un nombre, sin una identidad. El centro todavía estaba buscando a los familiares.


 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL CUENTO QUE SIEMPRE ESTABA LLORANDO

  Erase una vez un cuento chiquitito, tan pequeño tan pequeño que como nadie podía leer lo que había escrito en sus páginas no le prestaban ...