martes, 21 de julio de 2020

EL HILO DE ORO






EL HILO DE ORO
“Yo no creía en artilugios y menos en sortilegios, hasta que en una visita al rastro de Madrid encontré a los Defensores del Mal los cuales se pueden alquilar para proteger  a las personas que quieres.
Lo hago en casos muy especiales, cuando alguien de mi entorno a quién deseo velar y proteger, como si fuera mi vida, necesita ayuda.
Es curioso, das una clave, añades la dirección, y toda la noche mi princesa está resguardada de la malicia de Cerbero, el perro del infierno, que merodea por la casa. ¡Se acabaron las pesadillas!.
Al día siguiente recibes un parte escueto de que la protección ha sido la adecuada“
Era la tercera vez que lo leía. El último mensaje de Whastsup que había recibido de mi amigo. Ahí estaba para hacerme sentir que todo lo que había ocurrido hasta ahora, era fruto de una equivocación. Que todos cometemos errores, que alguna vez en esta vida metemos la pata, pero que no pasa nada que de todo se sale. Que hay que luchar. Seguir adelante.
Sin embargo creo que todo sucede por alguna extraña razón. ¿El hilo del destino? Probablemente. O de lo contrario no estaría aquí escribiendo esta historia:
Había una vez una princesa hermosa, bella, y caprichosa. Tan ansiosa estaba por ser el centro de atención que se olvidó existir.
Os preguntareis -¿cómo es eso posible?- Pues lo es.
 En su reino, los habitantes dejaron de verla. Sencillamente se volvió invisible.
Todo comenzó una noche de verano. Cuando la joven paseaba por los jardines de palacio escuchó una dulce voz.
-Princesa, pssst, princesaaaaaa! La joven no podía ver quién la llamaba porque estaba demasiado oscuro. Cuando finalmente sus ojos se acostumbraron a la tenue luz pudo distinguir  un conejito gris que le hacía señas.
-Hola- saludó la princesa –  encantada por aquella graciosa compañía- ¿quién eres?- preguntó
-Soy quién te va a convertir en reina, el mago que va a cumplir tus deseos- le susurró-  si confías en mi te transformaré en la dama con la que todos sueñan.
La princesa ya no le escuchaba porque había entrado en un dulce estado donde su cerebro y su fantasía trabajan juntos imaginando ese mundo perfecto que el conejito le había dibujado.
Cada noche, cuando salía a caminar, su nuevo amigo  le contaba una maravillosa historia de su futuro, así que durante el resto del día estaba ausente, lejana, soñando con convertirse en lo que le habían prometido.
Un día, una poderosa tormenta le impidió reunirse con su nuevo compañero de juegos, y en lugar de pasear por los jardines, optó por recorrer las dependencias del castillo.
En lo más alto de la torre descubrió una habitación que no había antes. La puerta se abrió cuando la princesa se acercó. En el interior había una fastuosa colección de trajes. Los más bellos que había visto en su vida. Junto a todos aquellos vestidos había un muestrario de zapatos a juego y varias bobinas de hilo, dispuestas en una estantería. Le llamó la atención una de oro.
Cuando se acercó para tomarla entre sus manos, una profunda voz retumbó en toda la estancia, asustandola
, haciéndola temblar más que por el eco, por el significado de aquellas palabras:
Soñé que era un hilo de oro que cubría una bobina grande. Me vi eterno, brillante, poderoso, intenso. Soy la hebra de la vida,  el estambre, el filamento y con cada vuelta te cuento el futuro.
Cada vez que me destejes envejeces. Si tiras despacio y con conocimiento tejerás un bonito bordado, pero si me deshaces con rapidez me acabaré pronto y entonces habrás malgastado tu existencia sin disfrutarla.
Cuídame, evita que me rasgue, me fragmente o rompa antes de lo previsto. El tiempo es oro y nuestra vida un hilo”.
La princesa comprendió de pronto su vana existencia. Imaginando que era un ser especial, había olvidado todo lo extraordinario que sucedía a su alrededor. Volvió en sí, y por primera vez vio al conejito como era en realidad, Cerbero, el perro del infierno que sólo buscaba robarle el corazón para colgarlo como un trofeo a las puertas del averno.
La joven volvió de su retiro voluntario. Sus súbditos podían verla de nuevo. Sin embargo el peligro seguía acechando cerca de su morada. El guardián del infierno continuaba alerta, esperando, esta vez para introducirse en su pesadillas.
 Pero la princesa tenía escoltas fieles  que velaban por ella y que no iban a permitir que Cerbero la robara de nuevo. Los soldados más valientes empezaron a custodiar sus sueños cada noche.
Cuando la princesa fue nombrada reina, años después, otorgó a este escuadrón el don de la inmortalidad agradeciendo así el haberla rescatado de la garras de un ser tan cruel.
-Os llamareis Los Defensores del Mal – dijo a sus soldados.
Desde entonces vagan por la eternidad siendo el escudo, la defensa y el resguardo contra las pesadillas de todos aquellos que solicitan sus servicios.



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